viernes, 24 de octubre de 2014

LA FIEBRE, NUESTRA AMIGA

Nuestro cerebro posee una especie de termostato capaz de regular nuestra temperatura corporal para mantenerla en torno a un valor determinado frente a las variaciones externas. El ser humano es pues, un ser vivo homeotermo. para ello posee una serie de mecanismos cuya finalidad es aumentar o disminuir las pérdidas de calor. La temperatura media corporal, puede variar un poco de una persona a otra, siendo la normal en torno a los 36,7 ºC. Los aparatos que sirven para medir dicha temperatura se llaman termómetros. Estos dispositivos pueden ser de diferentes tipos, siendo los más utilizados en los hogares, los digitales. Para medir la temperatura podemos colocarlos debajo de la axila, en la boca o en el recto, produciéndose pequeñas variaciones según donde realicemos la medición.

Cuando nuestro cuerpo sufre una invasión e infección de determinados microorganismos, hongos, virus o bacterias, dicha temperatura corporal aumenta, algo que se conoce como fiebre. Así pues, la fiebre es un mecanismo natural de defensa de nuestro organismo frente a infecciones, algunas enfermedades que conllevan inflamación o incluso frente a determinados medicamentos. Este mecanismo, al contrario de lo que muchos piensan, favorece el trabajo de nuestro sistema inmunológico, ayudando a nuestras defensas a combatir la infección, ya que una mayor temperatura dificulta la multiplicación y proliferación de los microorganismos.

No todas las personas son igual de sensibles a este aumento de temperatura, pero por lo general, se considera fiebre cuando se superan los 38 ºC, mientras que entre 37 y 38 ºC, hablamos de unas décimas o febrícula. Ante este último caso, no debemos de alarmarnos si no va a más, y ni siquiera es recomendable bajar dicha temperatura. Sólo cuando nuestro cuerpo alcance o sobrepase los 38 ªC, debemos actuar y seguir una serie de recomendaciones.


- Es importante guardar reposo y beber muchos líquidos para  mantener el cuerpo hidratado. ya que muchas veces, la fiebre conlleva otros síntomas como malestar generalizado, cansancio o diarreas.
- No debemos de abrigarnos demasiado. Esto puede parecer paradógico ya que con la fiebre solemos tener frío, pero esto es porque nuestro cuerpo presenta una temperatura más elevada de lo normal. Destapándonos conseguiremos disminuirla.
- Podemos darnos baños con agua tibia o poner compresas frías por la frente. Nunca bañarnos en agua fría puesto que la vasoconstricción que provoca impide la pérdida de calor.
- No hacer ningún tipo de actividad física.
- Realizar una dieta blanda y ligera va a rebajar también la temperatura, y si ésta está templada mejor que mejor.
- Cuando la fiebre persiste podemos administrar un antipirético o antitérmico en la dosis recomendada por el prospecto informativo. Los más utilizados son el paracetamol, por vía oral cada 4-6 horas, o el ibuprofeno, también por vía oral cada 6-8 horas.
- En casos en los que no consigamos bajar la fiebre o esta sea demasiado elevada, debemos acudir al médico.

Para finalizar, quiero dejar bien claro y repetir que la fiebre en un mecanismo de defensa natural de nuestro organismo para combatir las infecciones o inflamaciones, por eso, aunque debemos controlarla, personalmente os recomiendo que la dejéis actuar y no interfiráis en ella, algo que os explica el Doctor Simón Marmier en el siguiente video.




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